Todo aquel que se haya enfrentado a una entrevista de trabajo recordará haber elegido cuidadosamente su vestuario antes de la ocasión, con la esperanza de proyectar una imagen adecuada para el puesto al que optaba, y buscando evitar posibles juicios 'negativos' derivados de la estética. Esta pauta, casi dada por hecho, se repite en toda situación en la que algún elemento de la identidad de una persona se exponga a la evaluación de otras: el conocimiento en una conferencia, las ideas políticas en un debate... o la inocencia en un juicio penal.
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