El cuadro se expuso al público pocos días después de que el burro Lolo lo pintara. Se entregó a todos los interesados un texto titulado «Manifiesto del Excessivism» ‒un nombre que coincide con otro movimiento mucho más actual‒. Varios críticos de arte discutieron acerca de la pintura. Uno de ellos llegó incluso a decir que era «un acto de furor innato; un prodigio del arte expresionista». Un coleccionista ofreció 400 francos, una cantidad nada despreciable para la época.
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