Los seres humanos no utilizamos el método científico rigurosamente en nuestro día a día, ni falta que hace. No podemos cuestionarnos todo constantemente. Si lo hiciéramos, nos volveríamos locos, imagínese: “La persona que veo todas las mañanas junto a mí en mi cama, ¿es mi pareja o es un actor haciéndose pasar por mi pareja como en la película El show de Truman?”. Y así con todo. De hecho, nuestro cerebro necesita no cuestionarse todo, precisamente, para cuestionarse sólo algunas cosas que merecen la pena poner en cuestión.
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