Cuando se pone el sol sobre Florencia, la ciudad se quita la máscara y recupera su faz. Los turistas vuelven al crucero atracado en Livorno o se refugian en sus hoteles, agotados por el paseo y los plantones; es la hora en la que los florentinos se reúnen en cualquier plaza para tomar un Aperol con la apericena antes de regresar a casa.
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