Hacia 1830, después de las guerras napoleónicas, la Corona sueca envió una delegación a buscar lugares ideales para plantar para la futura producción de barcos. Tres de esos emisarios llegaron a Visingsö, lugar en el que vieron condiciones casi perfectas para la producción de madera. Durante los diez años siguientes, se plantaron 300 000 robles. Con ello, la Marina estaba pensando con mucho futuro para abastecerse de material para mantenerse a flote hasta bien entrado el siglo XX.
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