Era lo único que no censuraba el ejército americano, la viñeta de Bill Maudin. Chistes que se mofaban de la disciplina, que enervaron a Patton, que mostraban lo dura que era la vida en el frente, pero que servían para que los soldados se desahogasen echándose unas risas. Maudin desembarcó en Sicilia y recorrió Francia, Bélgica, Luxemburgo y Alemania relatando la vida de sus compañeros. A los 23 años, recibió el Pulitzer. El cómic también fue a la guerra.
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