Corría el año 1884 y el territorio del Congo continuaba sin ser colonizado, potencias europeas como Francia, Gran Bretaña y Alemania, la pretendían, pero fueron las ansias del rey Leopoldo II de Bélgica, por rivalizar y obtener una parte del pastel africano quien se hizo con el territorio a título personal (...) Con el tiempo, Henry Morton Stanley dirigió a un ejército, el cuál se encargó de obligar a la población autóctona a construir carreteras y vías de ferrocarril con métodos atroces, como la esclavitud, tortura y castigos.
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