Las modas, en ocasiones, pueden ser muy peligrosas. Bien lo supo el golfista amateur estadounidense Eben Byers, quien vivió en sus propias carnes (y huesos) el peligro que puede suponer la radiactividad. Era principio del siglo XX y untarse o consumir productos radiactivos estuvo de moda mucho antes de saberse que producía cáncer. Byers, por desgracia, sucumbió a esta moda y murió con la mandíbula deshecha y con un cuerpo nada atlético, para lo que él había sido... Y todo por culpa de Radithor, una bebida radiactiva que le había recomendado un
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