Faltaban apenas dos días para que terminase la Primera Guerra Mundial cuando un crucero brasileño que operaba cerca de Gibraltar en coordinación con la Royal Navy avistó lo que tomó por el periscopio de un submarino alemán. El barco aún no disponía de sistemas modernos de detección, así que se dio la alarma y la tripulación disparó contra él, contemplando cómo el mar se teñía de rojo: en realidad se trataba de una manada de marsopas.
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