De repente, estas comarcas de Ávila se quedaron despobladas durante trescientos o cuatrocientos años, entre el siglo VII y el XI. Eso es lo que afirmaba el historiador Sánchez-Albornoz, porque no había rastros de actividad permanente, hasta que los arqueólogos buscaron más allá de ciudades y monumentos: se les ocurrió preguntar a los campesinos, investigar en parajes significativos para las comunidades serranas actuales -ermitas de fuentes milagrosas, escenarios de romerías- y así descubrieron enclaves antiguos y sorprendentes.
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