El tráfico de reliquias religiosas se está yendo de las manos en la era digital. Internet ha inyectado un nuevo impulso a un comercio ancestral basado en la fe que depositan, especialmente los católicos, en objetos supuestamente santos. Tanto que el Vaticano ha tenido que publicar una nueva normativa para tratar de atajar el negocio a costa de dios. Y reservarse la capacidad de certificar la santidad de los objetos. Los supuestos huesos de San Esteban, uno de los primeros mártires cristianos, o de San Agustín (uno de los Padres de la Iglesia)
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