El militar sublevado, que sigue enterrado con honores en la Basílica de la Macarena, pagó 1,3 millones de las antiguas pesetas por una finca de 480 hectáreas. Esa tierra, al pie del río Guadalquivir, era un codiciado rincón con alta productividad agrícola. Un trofeo similar al que el dictador Francisco Franco captó con el pazo de Meirás (Sada, Galicia). Y Queipo enmadejó el expolio. Incluso vendiendo la leyenda de que el dinero llegó por una suscripción popular espontánea. Como en Meirás.
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