Nadie en la Real Fuerza Aérea británica se explicaba cómo los nazis neutralizaban con tanto acierto sus ofensivas. Hasta que detectaron al culpable: un radar alemán situado en un acantilado de Normandía (Francia). Los británicos decidieron robarlo en la Operación Biting, una locura digna de película protagonizada por grandes personajes y héroes humildes. Un nuevo libro de Max Hastings lo explica. Y es increíble.
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