Un científico llamado John Lily se interesó en aquella época por los delfines. Como la ciencia del momento consideraba que el tamaño de un cerebro era equivalente a su inteligencia.En esto que al equipo de Lily se incorporó una joven talentosa llamada Margaret Howe Lovatt. Le apasionaban los animales, y de la misma manera que le ocurre a muchos niños, uno de sus sueños era poder hablar con ellos. Así que, como vivía cerca del centro y le encantaba su trabajo, acomodó su casa para convertirla en un gigantesco estanque.
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