«Como Gullit nunca había tenido ídolos futbolísticos, explicó, convirtió a Mandela en su referente. Le impactó que llevase encarcelado desde el año de su propio nacimiento. Al recibir el Balón de Oro de 1987, le dedicó el premio a Nelson Mandela, aún encarcelado en Sudáfrica. Según desveló, Gullit sentía que los italianos ni siquiera sabían quién era ese tal Mandela. A nadie que conozca mínimamente el fútbol italiano le sorprenderá saber que, casi cada quince días, Gullit y Rijkaard recibían insultos racistas provenientes de la grada»
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