Por aquel entonces proliferaron los frontones tanto en España como en América lo que demanda pelotaris y fueron muchas las guipuzcoanas que se atrevieron a dar el paso pese a que estaban mal vistas en general en el País Vasco. En el exterior, sin embargo, muchas de ellas probaron las mieles del éxito. La mayoría ganaba lo suficiente para mandar dinero a sus familias y se conviertieron así, sin saberlo ni pretenderlo, en pioneras de la igualdad de género en el deporte.
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