Aunque el famoso hombre de Vitruvio dibujado por Leonardo da Vinci nos haga creer que los seres humanos somos la cuadratura del círculo y que hay una forma de ser perfectos, lo cierto es que nuestro cuerpo serrano sigue lleno de imperfecciones internas que arrastramos desde hace miles de años. No solo porque venimos al mundo con un apéndice de serie con escasa utilidad práctica, sino porque a lo largo y ancho de nuestra anatomía hay mucho que rediseñar.
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