Dadas la situación en la propia Francia y la relevancia del personaje, las autoridades locales prohibieron expresamente que la bandera republicana acompañara al féretro del antiguo presidente. De nuevo los mexicanos salieron al paso y dijeron que, frente a esa situación, sería un orgullo para su país que fuera la bandera de México la que cubriera el ataúd con el cuerpo de Azaña. Y así se hizo. De esta forma fue como el último presiente republicano de España fue enterrado en un país que no era el suyo y bajo una bandera que tampoco era la suya.
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