El periodista Antonio Rubio empezó a seguir los GAL desde sus primeros atentados y el Estado también empezó a seguirle a él, muchas de sus exclusivas no se pudieron publicar por intervenciones de enviados directamente por Moncloa. Al final, sus exclusivas eran veraces y levantaron el escándalo más importante de la historia de la democracia, pero de nuevo tuvo un recorrido limitado. Aznar y el ministro nombrado por el rey, Eduardo Serra, dieron carpetazo al asunto. Rubio está seguro de que todavía se puede seguir investigando judicialmente.
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