A principios del siglo XIX más de 6000 niños eran abandonados casi cada año en los hospicios de París. Muchos de ellos eran recién nacidos que habían sido contagiados de sífilis congénita, una infección que se transmite de la madre al hijo durante la gestación o en el momento del parto. Su alimentación durante las primeras semanas de vida suponía un gran reto para las instituciones. No podían ser amamantados por enfermeras nodrizas, y optar por una lactancia artificial, en aquella época, causaba mas muertes que la propia enfermedad.
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