El franquismo ejercía “una represión más íntima sobre la vida privada de las personas”, relata Grandes. Un ambiente asfixiante donde “todo el mundo habla de sexo” pero bajo el secreto culpable “impulsado por el nacionalcatolicismo”. “En aquella época era muy difícil porque todo era pecado y todos los pecados eran delitos. El cuerpo era el gran enemigo y cada mujer era como la guardiana de su propio cuerpo. Eso es una forma de terror y la idea de que todo el mundo tenía una casilla y no podía salir de ella”.
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