Solo hay una forma de curar las almorranas de los escritores de culo inquieto e ideas sedentarias: Internet. Gracias a este maravilloso invento, George R.R Martin podría cambiar las espadas del Trono de Hierro por plátanos y regalárselo a un orangután sin dedos y no pasaría nada, porque los fans están completando su obra. Un vistazo por las principales redes sociales es capaz de saciar al lector más impaciente: tenemos teorías locas, fanfictions, material eliminado, ideas del escritor que surgen ya en postproducción… ¿Pero tenemos obra?
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