Los primeros almendros se han vestido de boatiné en el primer respiro que les ha concedido el invierno. En el puro gris invernal, rancio y frío, los almendros y las cigüeñas son estallidos níveos que presagian el calor y la vida. Ha sido ya San Blas y el refranero dice que las primeras cigüeñas deberían estar por aquí. Alguna hay. Y si no las vieres, años de nieves.
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