(...) Flemáticamente, Schütze maniobró para ubicarse en una posición de tiro perfecta y largó un tercer torpedo al mercante detenido, a un par de metros de profundidad, derecho al centro. Clunk. Schütze parpadeó. Los marineros yugoslavos en sus botes, también. Tragando saliva, Schütze mandó dispararle el último torpedo de sus tubos delanteros. Este fue aún más divertido: el control de profundidad falló y el torpedo se dedicó a brincar cual delfín entre las olas. Con todo su miedo, los yugoslavos contuvieron unas risitas nerviosas (...)
|
etiquetas: segunda guerra mundial , yuri