El humo de los incendios, las cenizas de un volcán o la arena del desierto arrastrada por el viesto son aerosoles, es decir la partículas sólidas o líquidas que están suspendidas en la atmósfera (gas) y cuyo origen puede ser natural (un incendio, un volcán) o producida por la actividad humana (las emisiones del tubo de escape de un coche o de la chimenea de una fábrica.) "Incluso cuando el aire parece limpio —dicen desde NASA— es casi seguro que inhalarás millones de diminutas partículas sólidas y gotas líquidas" que tienen una gran impacto."
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