Durante casi 30 años, los científicos planetarios han estado conformes con esta explicación, con una excepción importante. Aunque este escenario tiene sentido, cuando uno se fijamos en el tamaño de la luna y la física de su órbita alrededor de la Tierra, las cosas empiezan a quebrarse un poco, al comparar sus composiciones isotópicas -el equivalente geológico del ADN o 'huella digital'-. En concreto, la Tierra y la luna son demasiado parecidas. Este hallazgo ha sido publicado este miércoles en 'Nature'.
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