No se trata, como cabría esperar, de uno de esos MOOC (massive online open courses) tan de moda que recurren a internet para acabar con la cara educación presencial. De hecho, sus principios están en contra de lo que cada una de dichas siglas representan: las clases de Minerva no son masivas (las clases admiten como máximo a 20 estudiantes), ni abiertas (el proceso de selección es severo y no tiene como objetivo captar a un gran número de alumnos, sino aprovechar el talento de unos pocos)
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