Nuestros peores demonios van a convivir con nosotros, lo queramos o no; el sesgo de confirmación, el deseo de tener grupos como enemigos, de destruir a nuestros críticos en lugar de usarlos para aprender, de creernos que tenemos razón por más que no la tengamos,... Es decir, tenemos demasiados vicios que no parecen posibles de eliminar ni con la mejor educación. Pero si no los mantenemos a raya mediante una disciplina intelectual, la desinformación y sus consecuencias en la conducta humana van a conducirnos al desastre colectivo y generalizado.
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