Se llamaba el Coto de Doña Ana y formaba parte de una España agreste e inexplorada que los señores usaban para la caza y donde los pobres morían de paludismo. Fueron los naturalistas ingleses a finales del s. XIX quienes descubrieron al mundo la vida exuberante y salvaje de este paraíso. La tradicional presencia británica en Jerez,ligada al mundo bodeguero, es el contexto que favorece la relación de estos dos cazadores, naturalistas y divulgadores ingleses, enamorados del Coto de Doñana y de las marismas del Guadalquivir.
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