Los mataron con poco más de un mes de diferencia. Primero, a finales de agosto de 1936, a Marcial Alameda, de 17 años, y después, el 8 de octubre, a su padre, Tiziano, de 43. A seis kilómetros de distancia uno del otro. Así han permanecido 76 años: enterrados en dos fosas comunes junto a otros esqueletos sin nombre.
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