Las palabras cambian sus significados o los pierden e incluso mutan ellas mismas para adaptarse a los hablantes y a como estos las usan. Los libros permiten seguir estas evoluciones y son una ventana para descubrir cómo cambia la lengua. Leer lo que se escribía en el siglo XII y compararlo con lo que se escribe en el siglo XXI puede ayudar a ver bastante claro cómo han cambiado las cosas.
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