Entre 1983 y 1987, uno de los países más empobrecidos de África vivió un efímero milagro: el mandato de un presidente íntegro, panafricanista, feminista y antiimperialista. Sin embargo, el progreso social y la liberación de un país colonizado no es algo sencillo, y el joven presidente acabó pagándolo con su vida hace hoy 34 años, tras ser derrocado mediante un golpe de estado promovido por Francia. Su forma de pensar, de actuar, de gobernar y de hablar eran demasiado para occidente.
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