Me considero una persona de izquierdas poco dogmática. A partir de ciertos principios irrenunciables no me cuesta asumir la idea de hacer concesiones, negociar, maniobrar. Lo bastardo me satisface. Más allá de la lucha por la igualdad de oportunidades independientemente del origen de uno, de la ciudadanía como expresión de mi persona política y de salvar lo que se pueda de la red social de bienestar, puedo tragar con muchas incoherencias. Después de todo, un partido que tenga a más de un miembro ya está haciendo...