Argumentos absurdos I - Dios y la tauromaquia

Intento no malgastar demasiado tiempo en esta jungla tóxica de las redes sociales, pero he de reconocer que no defraudan. En ocasiones, los opinadores nos ofrecen algunos argumentos capaces de cortocircuitar la lógica más elemental y no puedo resistir la tentación de darle al botoncito de guardar. Por eso, para compartir ese goce sádico-morboso, he decidido mostrar algunas de las joyas que voy recolectando. Por fascículos, que fastidia más.

Para estrenar este maravilloso proyecto, pasemos a analizar el razonamiento de un caballero que nos convencerá definitivamente de que debemos apoyar la fiesta de los toros.

www.instagram.com/reel/DAvcx4ex9gU/?utm_source=ig_web_copy_link

Yo me pregunto, si acabamos con la tauromaquia, ¿quiénes van a ser nuestros referentes? Yo le pregunto a los antitaurinos: díganme ¿quiénes son los referentes? ¿Hollywood? ¿Quiénes son los referentes? ¿El Real Madrid? ¿Cristiano Ronaldo? ¿Messi? Díganme, ¿quiénes son las personas a las que yo tengo que mirar con asombro y parecerme? Que me lo digan.

El argumento es impecable. Todo ser humano necesita referentes, ídolos a los que imitar, líderes a los que seguir. Por eso son necesarios los toreros como héroes que guíen al pueblo, insuflando a los jóvenes la más preciada de las virtudes, que no es otra que el valor. El brillante orador plantea una incuestionable disyuntiva, aunque algunos le acusarían de falacia del falso dilema. Solo hay dos opciones, o bien se admira a los toreros o bien se admira a futbolistas y actores. La elección es clara.

¿Cómo podríamos probar la validez de su argumento? Mediante un dato objetivo: en aquellos países donde no se practica la tauromaquia, que desgraciadamente son la inmensa mayoría, se vive en una total degeneración social de la que solo unas pocas naciones agraciadas por la Providencia, como la nuestra, se libran.

Por eso yo creo que hay una cruzada contra los toros y contra los sacerdotes y esa cruzada no es independiente, está unida, tiene que ver con un odio con lo trascendente, porque cuando yo veo a un hombre que se juega la vida por algo, y yo no soy capaz de jugarme la vida por nada, ese hombre está poniendo en evidencia que soy un cobarde y como no quiero sentirme un cobarde, pero no quiero dejar de ser un cobarde, lo elimino. Eso es lo que ocurre.

Una vez tenemos claro que existe una relación directa entre la práctica de la tauromaquia y las virtudes cívicas del ciudadano, el orador expone el motivo antropológico de este fenómeno. Los antitaurinos son enemigos de lo trascendente y cobardes. Por eso odian por igual a curas y a toreros, porque ambos oficios tienen contacto con lo trascendente y sus titulares se juegan la vida a diario.

La primera de las afirmaciones pertenece al campo de la metafísica y el docto ponente, consciente de la mediocridad intelectual de su público, no ha querido ahondar en cuestiones filosóficas que demuestran, de forma irrefutable, que el toreo es un tipo de misticismo.

El segundo de los argumentos es mucho más fácil de probar porque por todo el mundo es sabido que los curas también se juegan la vida constantemente. Es casi tan peligroso ser sacerdote en España como periodista en Gaza.

Por eso los antitaurinos son enemigos del hombre, son amigos del hombre en su peor versión, es decir, convierten al hombre en mediocridad. Curiosamente, lo que necesita el socialista para dominarnos y para someternos: a un hombre mediocre.

Tras la explicación antropológica, el autor de esta breve, pero valiosa, clase magistral, nos da la argumentación política. Detrás de este fenómeno está, como no, el terrible socialismo. Es bien conocido que la izquierda, tan presta a malgastar el dinero ajeno con políticas sociales, se comporta de esa forma porque realmente conspira para destruir el natural darwinismo social, que tan bien hace al eliminar a los débiles. Así, crea a una masa poblacional de mediocres, adeptos a las conocidas paguitas, que sostiene su dictadura. Existe una abundante literatura sobre este hecho, pero el autor del vídeo pone el dedo sobre la llaga: una pieza clave de esa conspiración de la izquierda para dominar el mundo es la eliminación de la tauromaquia, sin la cual los individuos se convierten indefectiblemente en mediocres. Al fin y al cabo se puede probar de forma empírica: es evidente que los aficionados a los toros son personas más capaces que los demás.

Así que yo soy taurino porque soy humanista, yo soy taurino porque creo en Dios, yo soy taurino porque creo en la mejor versión del ser humano, yo soy taurino porque rezo todos los días por todas las personas de este mundo y porque quiero que progresen y sean felices: por eso soy taurino. 

Como colofón podemos disfrutar de un emotivo alegato final, digno de un Mel Gibson arengando a sus escoceses contra los enemigos de la libertad. Defender los toros es defender a la propia humanidad y a la verdadera religión; Dios está de nuestra parte, él también ve los toros por la tele. Porque podrán quitarnos las subvenciones, pero no podrán quitarnos ¡la libertad!