Desde ayer, el mundo civilizado –y con esto no me refiero a una región como pretende Occidente, sino cualquier persona de cualquier parte del mundo y de cualquier religión amantes de la tolerancia, la vida, los derechos humanos, la justicia y la libertad de expresión– está de luto: Tres yihadistas franceses procedentes de Siria atentaron cruelmente contra la redacción de la revista Charlie Hebdo, matando al director de la revista, a nueve de sus dibujantes y periodistas (entre ellos podría haber estado la marroquí Zineb.