Sus más recientes intervenciones continúan dando la razón a quienes lamentamos con una sonrisa volteriana, aquel esperpento teatral en el que se convertió el debut de Iglesias como eurodiputado. El minuto de que disponía fue aprovechado por el aspirante a estrella de la pequeña pantalla, ahora continental, no para sintetizar siquiera unos mínimos principios políticos, sino para decir “lo que no era”.