Estar tendido en una mesa de operaciones es una de las experiencias más desagradables que pueden existir; de no ser porque millones de personas pasan por ellas cada año para salvar la vida, probablemente ni nos acercaríamos a los quirófanos. La excepción a esta regla, naturalmente, son los médicos y enfermeras que se vuelven héroes en esos lugares donde se decide la vida y la muerte, y cuya sola presencia impone todavía los valores encarnados de la medicina occidental.