Bilbao, Aste Nagusia, 1985. Plena efervescencia del punk español. La capital vizcaína llena a rebosar de locales y forasteros para disfrutar de una Semana Grande en la que el Ayuntamiento se había propuesto tener las fiestas más limpias que jamás se hubiesen registrado. Tanto que puso en marcha una “operación de limpieza corporal” dirigida en exclusiva a los muchos punkis que en esas fechas abundaban en la ciudad.