Lo importante no es cuánta gente muera, sino lo que perciban los que sobrevivan. Debe parecer que se hace algo, porque lo contrario sería percibido como negativo. Somos así, no queremos que nos fastidien mucho, pero nos indignaríamos si viésemos que no se hace nada. El verdadero equilibrio no es entre salud y economía, sino entre la alarma social por la pandemia y la irritación por las medidas. No son los muertos, son los votos. Si percibieran presión social para tomar medidas más drásticas, las tomarían.