No se trata de simple ostentación, sino de una tendencia racional que impulsa cada vez a un mayor número de consumidores que hace adquirir joyas, coches cada vez más lujosos o viajes exóticos. El secreto está en que la difusión de estos bienes se ha extendido mucho, abaratando los costes y haciendo más accesible lo que antes era solo para unos pocos privilegiados.