A nosotras históricamente nos han colgado el “sanbenito” de frágiles, dóciles, dependientes, sumisas, etc. Es decir, todo aquello que tiene que ver con lo que socialmente se asume como inestabilidad emocional, inútiles y/o bobaliconas. Además de situarnos como bonitos elementos decorativos. Pero ojo, que esto de los estereotipos depende de los intereses que haya de por medio. Porque de pronto, y según convenga, también podemos ser malísimas, perversas, envidiosas y maquiavélicas. Súper listas para joderle la vida a quien se nos dé la gana.