Igual que las feministas reconocemos rápidamente la publicidad sexista, esa que usa cuerpos semi desnudos de mujeres para vender productos o se regodea en los roles de género, es importante reconocer que la publicidad nunca puede ser feminista. Se le puede y debe exigir que no sea machista, que sea neutral, que no se apoye en estereotipos machistas, pero no que sea feminista. La razón es que la publicidad existe única y exclusivamente para vender productos, para apoyar el sistema capitalista que oprime especialmente a las mujeres.