En pleno cambio de estrategia electoral para atraer al votante más centrista —tras la debacle en las elecciones generales del 28-A en las que perdió 3,7 millones de votos y 71 escaños con respecto a los comicios de 2016— la campaña del Partido Popular parece más enfocada en recuperar la figura del expresidente Mariano Rajoy, que la de su antecesor como líder de los populares, el también expresidente José María Aznar.

La única manera de romper el dominio absoluto de Orban sobre la moribunda democracia liberal de Hungría es una alianza estratégica entre los liberales y Jobbik- el partido de extrema derecha de Hungría. Un gobierno de Jobbik sería peor para la democracia liberal que el gobierno actual, pero la idea es que no están en el poder, y tienen muy pocas probabilidades de alcanzar el poder. La idea no es colaborar con Jobbik aceptando sus políticas radicales, sino a pesar de ellas para evitar que Fidesz siga gobernando.