Cuidado, que nadie desprecie a la burguesía en fase de enfadado profundo, controlan las fisuras de la ley y el tesón es su bandera. Tienen mucho que perder y por eso plantan cara. «¡Li-ber-tá, li-ber-tá, li-ber-tá!». Esperemos que aguanten sin acusar la fatiga; ahí fuera hace mucho frío y les falta costumbre.

Los prohombres de la burguesía catalana han cortado los lazos con el nacionalismo catalán. Foment del Treball, el Círculo de Economía o la Cambra de Comerç han rechazado la vía unilateral del independentismo y lamentan todavía los pasos que dio el presidente Carles Puigdemont con la organización del referéndum del 1 de octubre y la declaración de independencia en el Parlament del 27 de octubre. Pero reaccionaron tarde.

La historia nos recuerda que el catalanismo progresista solo ha avanza. Sorprende el silencio de la burguesía catalana. Y a los que vivimos la Transición aún nos sorprende más porque recordamos cómo los empresarios se mojaban sobre todo lo que pasaba en Madrid y también en Barcelona. Lo hacían con voces diferentes pero unidos en defensa de sus intereses. Ahora están callados, muy callados, y cuando se expresan aparecen divisiones profundas. Entre grandes y pequeños, entre los de Barcelona y los otros, entre quienes están a favor del...