Los milicianos chiíes iraquíes que están combatiendo en Siria han comenzado a regresar a su país para frenar el avance relámpago de los yihadistas suníes en Irak, un éxodo que podría afectar el equilibrio de poderes en el conflicto sirio. El presidente sirio, Bashar al Assad, ha dependido en buena medida de las milicias chiíes respaldadas por Irán y procedentes de Irak y Líbano para cambiar el curso del conflicto frente a los rebeldes, predominantemente suníes.