Ha llegado el delirio del independentismo al papanatismo de que hay quien piensa que es preferible que si alguien roba dinero público, al menos que sea catalán. Semejante fanatismo dice mucho de dos elementos fundamentales del caso Palau: por un lado, la resignación, o incluso comprensión, que existe ante la corrupción política, y por otro lado, la grosera utilización política de la independencia para tapar el vergonzoso saqueo del nacionalismo catalán en su larga hegemonía.