—Cari, esta no es nuestra parada —Ya lo sé, pero da igual. Qué hartura, coño. Antes de apearse del autobús, el novio se vuelve y bufa. El culpable de la huida recibe el estufido sin entender nada. Algunos pasajeros sí comprenden. El sujeto guarda silencio por primera vez en todo el viaje. Permanece en pie. “Hay asientos libres, señor”, una mujer, muy diplomática, había intentado minutos atrás cortar la perorata, a ver si a culo cómodo la lengua se relaja