Llevo mucho tiempo pensando que el último gran tabú de nuestros tiempos es la ternura, la humanización de la compañera sexual, la complicidad, la gratitud, la empatía, el abrazo. Parecería increíble tener que hacer énfasis en que acostarse con alguien, es de una intimidad profundísima, pero la realidad es que últimamente encuentro hombres que ven el acto sexual como una gimnasia y a mí como una máquina para hacer piernas: algo que se usa para algo. Es como si en la cama, ese otro campo de batalla, la lucha feminista nunca hubiese ocurrido.