El peor síntoma de enquistamiento en Cataluña reside, precisamente, en el recibimiento, no solo cordial sino caluroso, al que fuera miembro de la organización terrorista ETA Arnaldo Otegi. Que ha oficiado, además, de intérprete (y no del todo confundido, debo confesarlo con desolación) en la TV pública catalana, que le dedicó tiempo en una amplia entrevista la noche del pasado domingo.