En medio del caos y la confusión que siguieron, el Gobierno de José María Aznar, perteneciente al Partido Popular (PP), se apresuró a atribuir la autoría de los ataques a ETA, una versión que pronto se demostró falsa. Este hecho marcó el inicio de una cadena de desinformación y manipulación política que, veinte años después, aún resuena en la sociedad española. La respuesta del PP ante las críticas y el desmentido de sus teorías ha sido, en el mejor de los casos, un silencio ensordecedor.